La canción del día: Emilie Autumn-Misery Loves Company

Desde hace unos días he tenido ganas de postear una reseña, crítica, impresión o lo que sea sobre una de las artistas que más me ha impresionado en lo últimos meses, la (sorprendentemente) californiana Emilie Autumn. Sin embargo, no es demasiada la inspiración con la que me encuentro como para hacer un balance disco por disco o canción por canción de todas las cosas que me gustan de ella, y siento que tamaña artista merece más.

De verdad conozco muy poco del impacto que Emilie Autumn tenga en el mainstream norteamericano, dudo que lo tenga y que llegue a convertirse en fenómeno de masas (quiera Dios que no). Su estilo victoriandustrial, como la misma Emilie lo designa, no me parece que esté hecho para oídos fáciles... ni para oídos ajenos. Eso es lo que me encanta de Emilie, el carácter absolutamente personal de su música, lo que la vuelve una artista experimental y casi conceptual al mejor estilo de mujeres que creo marcaron la pauta (y salvando las distancias, por si alguien quiere ahorcarme por lo que diré) como la mismísima Siouxsie Sioux.

En fin, que de momento, y hasta que a mi mente le dé la gana de ponerse creativa, comentaré una de las canciones de Emilie Autumn que más me gusta y que, irónicamente, puede tener (si no es que lo tuvo en su momento) mayor punch comercial: Misery loves company, de su placa del 2006 Opheliac.

Misery loves company me parece que es una preciosa, irónica y desencantada canción de amor-desamor-búsqueda-rechazo, muy ambigua emocionalmente hablando, ambigüedad que se contagia a la música. Tras comenzar con teclado industrial muy ochentero y bastante lúdico sigue un lindo y melancólico solo de cuerdas (Emilie es una violinista espléndida); este tono nostálgico-jubiloso será constante durante los poco más de 4 minutos de duración del tema.

Una vez que entra a cantar Emilie la sensación agridulce se acrecienta: cierta dureza y reproche y un mucho de desgarro mientras navega entre dos aguas sobre eso que creo todos, o al menos yo, he sentido más de una vez, ese querer y no querer a un mismo tiempo, o más bien, ese "querer querer", "desear querer", que es una suerte de pretexto para justificar el que ya no se quiera. Por motivos personales y ciertas circunstancias que casi me dejaron el cerebro como un corcho, esta canción se ha vuelto indisoluble de mi banda sonora mental. Ese "Misery loves company / And company loves more / More loves everybody else / But hell is others" es lo que quizás yo hubiera podido escribir si no fuera tan perezosa, jajajaja. Y ese "You're so easy to read / But the book is boring me" creo que todos llegamos a sentir alguna vez en la vida, más allá de llevarlo al plano sensiblero tonto de las relaciones de parejas. Es casi que un hastío vital. Muy buena frase.

Por último, la voz de Emilie: sin ser una cantante de 3 octavas ni maravillosa técnicamente hablando, me parece que tiene un don que pocas tienen, poder emocionarte con sus muchas inflexiones, juegos y variantes, no ya en distintas canciones sino incluso en un mismo tema. En Misery loves company podemos oírla casi recitar, cantar de la manera más melódica que se pueda en el estribillo y desgarrarse en ese lamento final que pide una oración que no llega. Un efecto melodramático evidente, pero musicalmente efectivo. Esos grunts cuando dice "Pray for me / If you want to / Pray for me you fucker / If you fucking dare" es lo que he querido cantar a gritos cientos de veces; menos mal que Emilie ya lo hizo por uno.

¡JA! Yo que decía que no tenía inspiración y me solté una parrafada descomunal por una canción. En fin, acá les dejo un video en vivo de este tema que espero disfruten:

La canción del día: Emilie Autumn-Misery Loves Company