Música de camionetica

Seamos sinceros: todos tenemos una “arepa bajo el brazo” musical. Sí, sí, ese algo bien feo y ordinario que odiamos pero que está estancado en nuestro disco duro mental como un troyano del tamaño de la catedral de Caracas. Y para mi no hay mayor tara musical que esos temas que nos dan la bienvenida en esos instrumentos de tortura cuasi medieval que son los carritos públicos, camionetitas, busetas o como prefieran llamar a los vehículos de transporte público de nuestra nación.

Soy usuaria del transporte público desde hace 10 años, cuando empecé la universidad. Viviendo a 21 km de Caracas y teniendo en cuenta que al día puedo pasar de 3 a 5 horas en una cola, es inevitable, por no decir imposible, aprenderse de memoria muchos de esos clásicos absolutos que parecen vivir sólo para ser reproducidos a todo volumen en una camionetita Caracas-Los Teques.

No sé cuál sea el destino futuro del reagetton (espero que nadie lo recuerde en unos años), pero dudo que llegue a tener el impacto “canmioneteril” de verdaderos clásicos de carrito por puesto: ¿Quién no ha sido recibido en un autobús por una recopilación de salsa erótica del Nené Sarcos? Uno puede sentir un odio profundo, colocar el MP3 a todo volumen, pero esos “besos fríos como la lluvia” del tema homónimo de Eddie Santiago, esa duda “lacerante” de Tito Rojas preguntando “si esto no es amor ¿pero qué es esto?” (investigando para este post descubrí que esa aberración musical se llama Ella se hizo deseo... repite tanto el "¿Pero que es esto?" que juraba que ese era el título) o, subiendo de categoría, la búsqueda de soluciones para olvidar y arrancar “un amor del corazón” de Gilberto Santarrosa, taladran el cerebro hasta el punto de que uno termine aprendiéndose la condenada canción. Más de una vez me he sorprendido tarareando. Cuando eso pasa llego a mi casa y aprieto un poco el cilicio.

No faltan los que dejaron el corazón al otro lado de la frontera y nos regalan éxitos del vallenato como El osito dormilón o Los caminos de la vida (cuya versión hecha por Vicentico me parece una genialidad), los camioneteros despechados que agasajan a sus clientes con Rocío Durcal, Juan Gabriel o Ana Gabriel, y muchos son aquellos llenos de sentir nacionalista que creen que no hay nada más romántico que Como no voy a decir de Luis Silva, más tradicional que el Rucio moro de Reinaldo Armas o más erótico que la cancioncita aquella de los amantes cantada por Scarlet Linares (sin contar las múltiples versiones posteriores... me acabo de enterar que se llama En carne viva, juraba que Los amantes era su nombre).

Los más decentes ponen un disquito de “hora loca”, siempre el mismo: A Sunshine reagge le sigue siempre Red Red Wine, luego Surfin' U.S.A, alguna pieza alegre con ritmo de batucada y luego el set de rock latino, encabezado siempre por De música ligera (un súper temazo que se ha rayado inexorablemente). Ah, y El General con su inefable Meneíto o Tu pun pun. A este cd generalmente sigue el nostálgico disco de clásicos románticos ochentenos donde se alternan Franco de Vita y Ricardo Montaner.

Muchas modas y estilos han pasado por las camionetitas de nuestro república bananera, pero hay clásicos que siempre perdurarán. Es lo que llamo la banda sonora a juro de nuestra vida diaria. Y recuerden, cuando tarareen alguno de esos temas al subirse a una unidad de transporte público, aprieten un poquito su cilicio en la oscuridad de su recámara.

Música de camionetica